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miércoles, 4 de julio de 2012

DESDE EL RETORNO, UN CHARQUITERO TRABAJA POR LA RECUPERACIÓN DE SU COMUNIDAD

Sincelejo 4 de julio de 2012

Después de 32 días de arduo trabajo, Joaquín Barros vio el resultado de su esfuerzo. Con el acompañamiento de la Alcaldía municipal de San Jacinto, el corregimiento de las Charquitas inauguró las tres obras de infraestructura que habían sido priorizadas como parte de un proceso de planeación participativa, llevado a cabo en el marco de la Política Nacional de Consolidación y Reconstrucción Territorial. Las Charquitas venía luchando durante más de diez años por la construcción de la alberca para la recolección de agua lluvia, el salón comunitario y el centro de informática. El pasado 29 de junio la comunidad recibió oficialmente estas obras.



Joaquín, este charquitero de 42 años de edad, desplazado durante trece años de su comunidad, decidió regresar en el 2010 porque la vida en Barranquilla sencillamente no lo hizo feliz. Desde entonces se comprometió con el restablecimiento de las condiciones de vida de su comunidad, así que no dudó en ofrecerse a trabajar para hacer posible la construcción de estas tres obras.

A pesar de que la mayoría de los miembros de la comunidad manifestó no tener tiempo debido a que era la temporada de aguacates, Joaquín prefirió ganarse los 20 mil pesos diarios pagados por la construcción de las obras, que los 40 o 50 mil pesos que produce diariamente un campesino con la siembra de aguacate. “A las dos de la tarde la gente regresaba del campo a decirme que se había ganado 40 mil pesos, mientras que yo estaba ganando 20 mil pesos trabajando hasta las 5 de la tarde. Yo les decía que la cosecha de aguacate se acababa, pero que estos proyectos iban a quedar para el beneficio de toda la comunidad.” Esta fue la causa que motivó a Joaquín y a otros tres miembros de la comunidad a trabajar durante 32 días para sacar adelante estos tres proyectos que beneficiarían a los 147 habitantes del corregimiento y que tuvieron un costo de 55 millones de pesos.

La falta de agua potable de los últimos cuatro años había causado que enfermedades como la fiebre y la diarrea fueran frecuentes en la comunidad. Esto debido al consumo del agua contaminada de los arroyos. La alberca había sido construida por primera vez en 1992, pero el abandono producido por los desplazamientos forzados de 1997 y 1998 ocasionó el deterioro casi total de la infraestructura. La recolección de agua no fue posible durante los últimos cuatro años.

El salón de informática fue priorizado debido a que Ecopetrol donó tres computadores que no habían podido ser usados por falta de un lugar adecuado para el manejo. Lo triste, es que  el 26 de diciembre de 2011 alguien entró a la escuela y se llevó uno de los computadores. Una vez finalizada la construcción del centro, días antes de trasladar los dos que quedaban, alguien ingresó nuevamente y se los llevó. Los charquiteros están casi seguros de que el responsable de este delito fue un miembro de la comunidad, porque el ladrón tenía conocimiento del lugar donde estaban y  de cuándo debía sacarlos. A pesar de la impotencia y la tristeza, la comunidad no tiene pruebas para acusar a alguien.
Mientras consiguen computadores nuevos, la comunidad ha instalado en el salón de informática, su centro de información radial, La Voz de Las Charquitas, espacio para la comunicación comunitaria dirigido por reporteros rurales de la comunidad, quienes a través de altoparlantes buscan mantener informada e integrada a  la comunidad, incrementando la participación de un corregimiento cuyo tejido social se vio altamente resquebrajado por la violencia. Una vez logren conseguir nuevamente los computadores, la comunidad piensa establecer un centro de comunicación, a través del cual puedan acceder a la información y a la tecnología.

El salón comunitario también le apunta al fortalecimiento organizacional, como un espacio para las reuniones y los eventos. Precisamente fue en este espacio en donde se llevó a cabo la inauguración de las obras. Leandro Sierra Anillo, Secretario de Infraestructura y Planeación quien representó a la Alcaldía de San Jacinto, durante el evento  aprovechó para resaltar el compromiso del gobierno local en la recuperación de la ruralidad a través de proyectos como los implementados en Las Charquitas. “En el marco del Plan de Desarrollo, el gobierno municipal busca la atención integral a la ruralidad para que los sanjacinteros se mantengan en su sitio de origen, desarrollando todas las actividades para el bienestar de nuestras familias y nuestras comunidades campesinas. De esta manera, el primer compromiso con los charquiteros es la reparación de las vías, y el segundo es el acceso a programas de viviendas de interés social tipo rural.”

La presencia de la Alcaldía y de Consolidación ha ayudado a que a pesar de las secuelas de la violencia, los charquiteros vayan recuperando la confianza en las instituciones y en los procesos comunitarios. “A veces me dan ganas de retirarme de esto, porque la comunidad no camina; siempre estamos los mismos líderes trabajando, pero al final reacciono. Poco a poco iremos motivando al resto a participar”, afirma Joaquín.

Los rezagos de la violencia todavía se sienten, aunque nada parecido a lo que los charquiteros enfrentaron en el pasado. Desde 1986 cuando llegaron los primeros grupos al margen de la ley hubo maltrato, desapariciones y asesinatos. En 1997 se produjo el primer desplazamiento, y después de un breve retorno, los habitantes se desplazaron una vez más en 1998. Los primeros que empezaron a ocupar las viviendas fueron desplazados de otras zonas que encontraron el corregimiento abandonado. Hubo algunos charquiteros que sólo recientemente trataron de recuperar sus casas, pero encontraron que éstas llevan más de diez años siendo ocupadas por otras personas. Joaquín fue afortunado porque su padre nunca abandonó del todo el corregimiento.

Desde que retornó a las Charquitas Joaquín afirma que se siente mucho mejor. “No he conseguido plata, pero psicológicamente estoy bien, cultivando la tierra, el ñame, el maíz, el aguacate, el tomate, la yuca y el plátano. La verdad es que acá nunca nos falta nada, porque aunque a veces no vendamos, tenemos siempre comida para la alimentación. Hoy me siento contento porque estamos inaugurando estas obras, aunque también estoy triste de ver la apatía de la comunidad; tenemos que seguir trabajando fuerte para que todos nos organicemos y empecemos a trabajar unidos desde la confianza por nuestro desarrollo.”

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