Por María Mercedes García – Comunicadora Montes de María
Diez años atrás los areneros no se imaginaron que juntos podrían construir una obra para el beneficio de todos. El salón comunitario inaugurado por la comunidad de Arenas y la Alcaldía municipal de San Jacinto es una muestra de la recuperación de este corregimiento, ubicado en la zona alta del municipio, a 12 kilómetros del casco urbano. Esta es una comunidad de aproximadamente 600 habitantes que a pesar de sufrir tres desplazamientos forzados, logró retornar voluntariamente motivada por el arraigo a su tierra.
Arenas ha sido un lugar marcado por la presencia de actores armados ilegales. En 1991, cuando el Ejército Popular de Liberación anunció su desmovilización, 300 insurgentes de todo el territorio nacional se concentraron en el corregimiento, en donde se ubicó uno de los cuatro campamentos del país. En marzo de 1991 concluyó el proceso de paz, pero se dice que muchos de los insurgentes permanecieron, causando la estigmatización del resto de la población.
El primer desplazamiento ocurrió en 1999, cuando unas 400 personas abandonaron el corregimiento después de que tres camiones, con aproximadamente 150 paramilitares, ingresaron buscando guerrilleros. El corregimiento quedó con unos 2.300 habitantes. En el 2000, los enfrentamientos entre las tropas y los grupos armados ilegales produjeron el desplazamiento de otras 120 personas, y en el 2003 gran parte de la población abandonó el territorio por acoso de los grupos armados.
La gente empezó retornar a finales de septiembre de 2003. Ahora hay 600 habitantes, algunos de los cuales no son originalmente de Arenas sino que llegaron de otras comunidades también afectadas por el conflicto.
A pesar de la historia de violencia, miedo y desconfianza, hoy en día don Vicente Montes, Presidente de la Junta de Acción Comunal, manifiesta su optimismo. Producto de un proceso de planeación participativa, la construcción del salón comunitario, inaugurado el pasado martes, fue realizada en el marco de la Política Nacional de Consolidación y Reconstrucción Territorial en los Montes de María, a través de su estrategia Colombia Responde.
A sus 47 años de edad y con siete hijos, don Vicente nos cuenta que el costo de la obra fue de 30 millones de pesos, suma invaluable cuando la comunidad piensa en la recuperación de la confianza en sí misma y en la institucionalidad. Las tradicionales reuniones en la capilla del colegio se trasladarán definitivamente a un espacio comunal apropiado para encuentros y eventos.
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Este líder, quien lleva toda su vida trabajando al servicio de su comunidad, nos habla sobre lo que significa esta obra. También nos cuenta de sus problemáticas e invita a los areneros a retornar.
¿Don Vicente, cuéntenos cómo se siente el día de hoy?
Estamos muy agradecidos, porque esta inauguración es una dicha. Nos sentimos muy orgullosos de haber recibido esta “casa tan bonita”. Vamos a poner todo de nuestra parte para cuidarla y sacarla adelante, para que cuando lleguen otras ayudas, la comunidad aprenda a hacer su aporte. Lo que queremos es tomar las riendas para poder organizar más esta comunidad. Estamos dispuestos a seguir aportando.
¿Hubo algún aprendizaje de la comunidad a través de la construcción de esta obra?
Aprendimos a valorar los recursos que nos llegan. Nosotros velamos porque los recursos no se desviaran y que se les diera un buen uso. Tenemos todos los registros y documentos de lo que estamos haciendo con Consolidación y la Alcaldía. Esto ha sido muy transparente. Y gracias a Dios todo está saliendo bien. Acá Colombia Responde nos ha cumplido, las cosas están claras y los recursos se han usado bien.
¿La comunidad aportó algo para la construcción de esta obra?
La contribución nuestra fue lo más importante, porque velamos para que los recursos se dieran y que la obra quedara adecuada y elaborada de acuerdo con los planos presentados.
¿Se puede decir que la comunidad tiene más confianza en las instituciones?
La confianza se crea por el cumplimiento que dan las instituciones y ahora estamos más contentos y tenemos más confianza y esperamos más ayuda.
Cuéntenos un poco sobre la problemática que vivieron ustedes en Arenas
Acá nos mataron a más de 20 personas. No fueron juntas, pero las iban matando de dos, de tres, y usted sabe que por miedo uno tiene que abandonar la tierra. Nos quedaron muchas secuelas de la guerra. Como nosotros nos desplazamos y retornamos voluntariamente, no se nos dio apoyo psicológico. Las personas todavía se deprimen, entonces uno tiene que decirles que lo pasado pasó, y que uno tiene que seguir y no aferrarse al sufrimiento. La guerra fue muy perjudicial.
Estas son tierras muy productivas. Acá se vivía del café, de la caña, del plátano, del ñame. Pero por culpa de la guerra estamos empezando de nuevo. Cuando usted viene a Arenas, ya no encuentra ni un carro, porque la comunidad no produce lo suficiente. Antes nosotros recogíamos 500 y 800 bultos de ñame. Hoy por casualidad se llevaron 20. Antes cuando recogíamos 800 bultos, teníamos a diario 8 carros en la comunidad. Eso fue hace como 12 años. Eran las 7 de la noche y todavía estaban los carros recogiendo ñame.
Es muy difícil trabajar con las uñas, le pedimos al gobierno que nos ayude, que ojalá tengamos proyectos productivos y que los productos tengan salida en el mercado.
¿Cómo fue lo del desplazamiento y el retorno?
Nosotros nos desplazamos en 1999. Yo duré dos años por fuera. No llegamos todos de una, sino que fuimos llegando de uno en uno, de dos, de tres. El corregimiento nunca estuvo completamente solo, porque hubo alguna gente que se quedó. La necesidad nos obligó a retornar. A la comunidad también llegó mucha gente de Las Lajas, que fue desplazada por la guerra, por los enfrentamientos y por temor. Pero son muchas las personas que faltan por retornar.
¿Usted quiere mandarles un mensaje a aquellos que no han regresado?
Les pido a los habitantes que se encuentran en otras partes que retornen a su sitio de origen, porque uno no sabe cómo están pasando por allá. Si leen esto, yo les digo que retornen, que vengan y nos visiten para que vean cómo está el corregimiento comparado con lo que era hace diez años. Les pido de corazón que retornen.
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