La Dirección de Programas contra Cultivos Ilícitos-DPCI, de
la Unidad Administrativa para la Consolidacion Territorial-UACT del Estado
colombiano, cuenta con cifras muy elocuentes acerca de su labor en el
territorio.
Por ejemplo, hoy en las regiones se cuenta con 87 Grupos
Mòviles de Erradicación Manual, en plena operación coordinados con tropas del
Ejército, Armada Nacional y Policía Nacional; y las estrategias de post
erradicación y contención han logrado incorporar al sistema de atención a
14.861 familias en 379 veredas, las familias se han inscrito con acuerdos en
379 foros veredales.
Esas son cifras de un esfuerzo de ocho meses, coordinado y
planificado.
Pero existen otras cifras menos espectaculares que son las
que me llaman la atención. Y son las cifras invisibles porque nos acostumbramos
a contar derrotas, muertos, caídos, masacres, pero no el número de colombianos
que ya no delinque. Tal vez para los medios masivos no sean interesantes.
Hablo de cada familia que cambia su cultura de la ilegalidad
por un camino de vida productiva legal, por acciones ciudadanas y asociatividad
con sus vecinos, por tranquilidad y seguridad que se expresa en poder caminar
sin riesgos por su vereda, en enviar a sus hijos a la escuela sin temores, en
participar de la vida municipal sin miedos.
Cada una de esas familias, que no volverá a sembrar coca
porque ya tiene otros sueños y una vida más tranquila, es un gran triunfo.
Entender a fondo el PCI implica comprender la difícil tarea
de cambiar, mediante un proceso de acompañamiento social y asistencia técnica -
de la mano con las todas las instituciones del Estado y con el empuje y
entusiasmo de los líderes comunitarios – la cultura que durante años imperó en
una vereda y dio vida a sus habitantes. Poder decir que una familia, una
comunidad, una asociación de campesinos logró vivir por fuera del marco de la
ilegalidad y que su apuesta vital es por la vida, la integración económica y
social al país, su desarrollo personal y comunitario, es un gran trunfo.
Y de esos triunfos sabemos pocos.
Felicitaciones a todos los colombianos que cada día nos
conmueven con sus acciones en favor de alguna comunidad olvidada por muchos,
gracias por llegar hasta ellos, por acompañarlos, apoyarlos, asistirlos y mover
su voluntad en favor del país y de sus sueños.
Por eso celebramos triunfos todos los días. Cada familia que
regresa a la cultura de la legalidad y
se acoge a los programas del Estado, es un gran triunfo.
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